Le profetizaron el fracaso en cada proyecto, en sus relaciones, en cada intento por cambiar los hábitos dañosos. Se leía con toda claridad en las líneas de sus manos, la gitana apenas y entrecerró sus ojos de lechuza para desentrañarlo. Todo se cumplió, pero cada día, hasta el último, se dispuso a sumar pequeños actos, gestos ínfimos, emociones enemigas a su fatalidad. El compendio en apariencia inútil de todo ello le sirvió de mortaja al alma, tornó en cálido el gélido beso de la parca. Morir en paz, esa fue su gran hazaña.
Migración web
Nos movemos, nos moveremos. Estamos terminando de tunear nuestro sitio, que será el que contenga al blog, que continuará... ¿continuará?
Ya luego Veremos cuál es el derrotero propuesto por los vientos, los accidentes, el soplo universal primero!!
Por lo pronto hoy, lunes 09 de enero de 2023, pueden ya ir viendo su evolución en
Ya sea que cuando recibas esta señal nuestro resplandor sea solo eso (un resplandor) y ya no existamos; o refulja distinto, te enviamos un saludo entusiasmado!!
Ganarse la vida
A veces, cuando camino por los lugares de todos los días, a las mismas horas, soy consciente de un pequeño roto en el velo de la rutina. Una rasgadura insignificante más bien, como la carrera de una media. Y me lleno de asombro y maravilla; y me colman las dudas: ¿de cuántos detalles preciosos, extraordinarios, estará hecha la vida que ya se me fue? De cuánto me he perdido por andar casi siempre distraído en “ganarme la vida” que será.
Portal
Sí me lo dijiste. Era de noche y venías por la carretera. Cabeceabas un poco, pero estabas lúcido. Lo que viste fue real, no un sueño. Una bruma anular, luminosa, purpurea. La carretera pasaba justo debajo de ella y tuviste miedo. ¿Cómo no? Ya sin esos fenómenos esa carretera es tétrica. Igual avanzaste, tu esposa te esperaba y no te podías desviar ni volver atrás. El resto es predecible, la criatura asomó su cabeza cuando estuviste a escasos metros, pero nunca me dijiste cómo era.
Rescoldo
Iba mucho a la cafetería del tulipán. Todavía servían el café en los jarros decorados con dibujos florales. También visitaba a la Negra, cuando aún caminaba por su cuenta. Y tarareaba el vals, el de ese baile en la quinta del sur. Reía a veces, cuando miraba las avenidas intrincadas; para él todas conducían hacia el norte de la ciudad, rumbo al fraccionamiento de las arboledas. Pero la pasión había cedido, el recuerdo al fin dejó de arder y ahora, toda la urbe era cenizas.
Extranjero
Ya tenía esperando bastante. Vi, con ansiedad creciente, llegar e irse a muchos. Y cuando me tocó el turno resultó que no reunía lo necesario. Deambulé entonces por calles multicolores, de cordones asfálticos amarillos y cebras peatonales blancas, de árboles con hojas anaranjadas. Y todo ese color matizaba más mi horizonte gris de apestado: mi destierro, mi exilio. Luego de muchas lunas y pan duro, de kilómetros y kilómetros andados, completé para el pasaje, con monedas que fui encontrando a cada paso.
Foto por Ángel Aguilar
Memorias de un ciego
Bajó en un haz de luz, es hija del relámpago. Se hundió en la tierra y se asomó luego en las aguas del Río Ramos. Yo le vi la desnudez y eso me condenó a una noche perpetua. Hoy ya no se si su recuerdo es fiel retrato o una imagen deformada por el tiempo.