Iba mucho a la cafetería del tulipán. Todavía servían el café en los jarros decorados con dibujos florales. También visitaba a la Negra, cuando aún caminaba por su cuenta. Y tarareaba el vals, el de ese baile en la quinta del sur. Reía a veces, cuando miraba las avenidas intrincadas; para él todas conducían hacia el norte de la ciudad, rumbo al fraccionamiento de las arboledas. Pero la pasión había cedido, el recuerdo al fin dejó de arder y ahora, toda la urbe era cenizas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario