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Sí me lo dijiste. Era de noche y venías por la carretera. Cabeceabas un poco, pero estabas lúcido. Lo que viste fue real, no un sueño. Una bruma anular, luminosa, purpurea. La carretera pasaba justo debajo de ella y tuviste miedo. ¿Cómo no? Ya sin esos fenómenos esa carretera es tétrica. Igual avanzaste, tu esposa te esperaba y no te podías desviar ni volver atrás. El resto es predecible, la criatura asomó su cabeza cuando estuviste a escasos metros, pero nunca me dijiste cómo era.

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