Ya tenía esperando bastante. Vi, con ansiedad creciente, llegar e irse a muchos. Y cuando me tocó el turno resultó que no reunía lo necesario. Deambulé entonces por calles multicolores, de cordones asfálticos amarillos y cebras peatonales blancas, de árboles con hojas anaranjadas. Y todo ese color matizaba más mi horizonte gris de apestado: mi destierro, mi exilio. Luego de muchas lunas y pan duro, de kilómetros y kilómetros andados, completé para el pasaje, con monedas que fui encontrando a cada paso.
Foto por Ángel Aguilar
No hay comentarios:
Publicar un comentario