A veces, mis esclavos me confunden con una mochila en el suelo, o ropa oscura hecha bola en un sillón. Una vez ella le ofreció un sobre de salmón a una bota con peluche, y él casi se tuvo que caer para evitar pisar una sudadera sucia en el suelo. Solo mi hermana sabe siempre donde estoy, y no se equivoca.
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