Este artículo va dirigido a escritores esforzados, esos que, como su servidor, no gozan del estro de los genios. Si usted es un genio, un artista que esplende espontáneamente, corre el riesgo de perder el tiempo aquí.
Saber leer para escribir
Primero que nada, se debe tener en cuenta que un buen escritor es ante todo un buen lector. Igual se puede decir que para saber escribir bien (en el sentido creativo), es necesario primero saber leer bien (en todos los sentidos). Esto parecería una obviedad, pero créanme, no lo es tanto. Pongamos por ejemplo las siguientes dos oraciones.
01. Ese atuendo se ve bien niña.
02. Ese atuendo se ve bien, niña.
Si tú,
respetable lectora o lector, no sabes distinguir bien la diferencia de sentidos
que hay entre estas dos oraciones será necesario que te relaciones con el
término “vocativo” antes de que comiences a tratar de escribir nada.
Detalles
como el anterior, en donde una coma cambia el sentido de las frases o las
oraciones, son capaces de mandar al traste el significado de un párrafo
completo, por no decir que el de la obra en su totalidad. Ya sea que el
escritor no haya usado bien el signo o que el lector no lo haya leído bien, no
habrá de entrada comprensión posible.
Pero no
es sólo en el plano técnico, por decirlo de alguna manera, en donde es
importante ser un buen lector, sino también en el “plano espiritual” (entendiendo
por “plano espiritual” aquel recinto interior a donde van a dar los mensajes
una vez que son despojados de su cáscara de palabras). Entre más alimentado
esté una persona de esa sustancia inasible que revisten los signos, pienso yo,
mayor será su capacidad de ofrecer una obra sustanciosa (lo que sea que eso
signifique). Y en todo caso, lleno ese recinto interior (el plano espiritual);
y llena la cabeza de palabras, frases, y discursos completos bien estructurados
(cáscaras artificiales), es más improbable que te torture el fantasma implacable
del bloqueo.
De modo que por lo menos (¡por lo menos!) 1 hora de lectura diaria antes de sentarse a escribir. Has la prueba y verás que buenas son las musas.
¿Qué es un cuento?
Para comenzar, llamemos cuento a cualquier historia ficticia
contada con palabras, ya sea de forma oral o escrita. Que no nos importe por
ahora si debe llamársele relato o cuento, para el caso de este artículo serán
lo mismo. Tampoco nos meteremos por ahora en rollos como
introducción-clímax-desenlace ni en las llamadas situaciones dramáticas. Nos
mantendremos en el plano de la experimentación, del boceto.
Esqueleto del cuento
Partamos para ello de lo que yo llamo un esqueleto, una línea primordial como:
“Pepe fue a la tienda y lo asaltaron con violencia, cuando
despierta, su vecina lo está cuidando en el departamento de ella”.
Un poco de imaginación y de algunos cuantos trucos y podemos
hacer de esa línea una historia de amor, o policiaca, o de terror; con una
extensión de 50 o 10 mil palabras.
Dependiendo
de lo que traigamos en mente añadiremos más o menos huesos a ese esqueleto. Lo más
importante (yo lo recomiendo así) será siempre partir de él y no escribir a
ciegas, por más que muchos autores sean capaces de crear cosas maravillosas sin
necesidad de estructuras o bocetos primordiales.
Antes
de ponerse a escribir yo les aconsejaría armar el esqueleto lo más sólidamente
posible, de principio a fin, sin dejar cabos sueltos, sin esperar que la
casualidad le resuelva sobre la marcha el cierre de un paréntesis abierto (En
mi experiencia, y por dármelas de explorador intuitivo, eso me ha obligado a
desechar cuentos en los que llevaba invertidos varias semanas).
Por
otro lado, sucede mucho que cuando uno está armando el esqueleto le dan ganas
de ponerse a escribir ya, y por el contrario que una vez armado el esqueleto no
tenga ganas de escribir una sola frase. Es una contrariedad, sí, pero la
constancia y el no permitir que sea el estado de ánimo el que te mueva sino la
voluntad disciplinada de escribir te permitirá al final cosechar frutos más
sabrosos.
Vale
aquí un consejo más que a mí me sirve cuando preparo el esqueleto: no trates de
hacerlo bello. El esqueleto es un boceto, son “trazos” que igual pueden estar
mal escritos siempre y cuando funcionen como recordatorios, como puntos de
partida, como nodos. Puede ser que una buena frase aparezca de pronto en tu
cabeza y quiera ser expelida, anótala al calce y pon alguna nota como, por
ejemplo: “me gustaría empezar con esto”, o “me gustaría acabar el cuento así”,
o “esta frase vendrá en el momento más dramático” etc. Llegado el momento puede
ser que la frase no encaje, no tengas miedo de desecharla entonces, meter una
pieza del rompecabezas a fuerza le quitará armonía al todo: lo que no quepa se
descarta. De hecho, y como sucede en el dibujo, habrá muchas líneas que al
final se borrarán, que nos servirán de referencia, para mantener proporciones y
no terminar haciendo algo inverosímil, monstruoso, ajeno totalmente a lo que
traemos en mente.
Bien
presente lo anterior, volvamos al esqueleto que puse arriba:
“Pepe
fue a la tienda y lo asaltaron con violencia, cuando despierta su vecina lo
está cuidando en el departamento de ella”.
Y agreguemos
algunos huesos:
*Pepe
vive en unos departamentos
*Es un
joven estudiante que vive solo (esta es una de esas líneas que yo omitiría al
escribir el cuento definitivo, más bien trataría de que se sobreentendiera sin
explicarlo directamente, en todo caso me sirve como creador para saber contar
con más naturalidad las actitudes y pensamientos de mi personaje).
*Su
vecina lo acosa.
*Cuando
sale de su depa ella también sale del suyo y platican. Pero Pepe quiere
zafarse, tiene prisa, porque la comida está lista y le falta un refresco.
*Por la
calle pasa un coche rayando llanta. Ambos lo ven.
*Antes
de salir del edificio la vecina le dice que de seguro va a ver a Julia. Lo que
hace que Pepe sienta escalofríos, se regresa para preguntarle cómo conoce a
Julia, su novia.
*Pero
ella se mete a su depa.
*Pepe
camina hacia la tienda pensando en esa escena rara con su vecina, y por primera
vez le cae el 20 de que acaso sienta algo por él.
*Al
cruzar la avenida no se da cuenta que hay un coche estacionado con dos tipos
que no le quitan la vista.
*Se
mete a la tienda y cuando va a pagar su refresco se oye de nuevo el sonido de
un coche que frena con estrépito, al cabo dos hombres encapuchados someten a
Pepe y lo sacan de la tienda, lo ponen contra la pared y le quitan todo.
Mientras lo hacen dicen entre ellos que acaso no sea él, acaso no sea él. La
duda los detiene antes de que lo vayan a subir al coche, abren su billetera y
miran su id, al cabo le dan un golpe y lo dejan tendido en el suelo.
*Cuando abre los ojos está en el depa de su vecina, que le quiere hacer comer una sopa.
FIN.
Revestir el esqueleto del cuento
Hay mil formas de desarrollar esta historia, será cuestión
de elegir la que mejor consideremos que nos sirve. En lo personal, suelo
decantarme por un estilo elíptico al escribir, esto es, sugiriendo la historia,
los sucesos, sin explicar directamente lo que está sucediendo. Por ejemplo, si
el asunto es decir que Fulana estaba interesada en Fulano, yo escribiría algo
como: “ella elaboraba cartas extensas que nunca le entregaba, lo escuchaba y
consolaba cuando él hablaba de aquella otra, trataba siempre de provocar un
encuentro que pareciera casual… etc” en vez de decir gratuitamente que Fulana
estaba interesada en Fulano.
Acaso
lo noten en cómo iré revistiendo el esqueleto trazado líneas arriba:
“El termómetro estaba por encima de los 35. Sería un crimen pasarse
la sopa con agua al-tiempo. Miró el reloj y supuso que ir a la tienda por un
refresco no lo demoraría mucho, por otro lado, Julia siempre llegaba tarde a
sus citas. Dejó la estufa a fuego lento, juntó las monedas que tenía sobre la
repisa y salió al pasillo, donde se topó con Viridiana.
Ésta le habló acerca del rentero
y su falta de empatía: los desperfectos de la losa eran cada vez más evidentes,
se manifestaban en goteras, en muros revenidos y grietas, pero él ni sus luces.
Pepe coincidió con ella, aunque trató de buscar una excusa para despedirse en
vez de enumerar los detalles que se volvían problemas en su departamento
gracias al descuido del rentero. En la calle se escuchó el rugido de un motor
de coche seguido de un rechinar de llantas. Ambos voltearon al portón principal
y Pepe aprovechó el incidente para cortar la conversación. Antes de salir,
Viridiana le dijo que seguramente tenía prisa porque Julia lo estaba esperando.
Pepe se quedó sin palabras, ¿Cómo sabía ella acerca de Julia, y de que la vería
en unos momentos? Se lo hubiera preguntado a Viridiana pero ya había
desaparecido tras la puerta de su departamento. Él encaminó sus pasos a la tienda….”
Como podrán apreciar, sólo revestí los primeros 4 puntos que trazamos como esqueleto. Debo decir que sigue siendo un boceto, al que le faltarían las debidas revisiones para dejar lista la versión final, pero creo que se entiende bien el punto. Yo sugeriría practicar con cuentos pequeños con un comienzo y un fin, aunque sean irrelevantes. Ello les ayudará a identificar en dónde se les dificulta o facilita más avanzar: las descripciones físicas, el desarrollo de acciones, el manejo de los tiempos, las imágenes; o cuáles son los vicios en los que más incurren como la repetición de palabras, rimas involuntarias, exceso de muletillas, etc.
Lo más
importante para mejorar sus relatos, como en todo, será la práctica y la
voluntad de hacer siempre los ajustes necesarios para optimizarlos, dependiendo
siempre de cuál es su objetivo: entretener, asustar, conmover; o quizá (como
pretenden muchos por ahí) escribir para los dioses (lo que sea que eso signifique).
En cualquier caso, estos tips no les estorbarán.
Ejemplo de un cuento hecho a partir de un esqueleto
Les dejo a continuación el esqueleto (con “horrores” de
dedo, puntuación y todo) que usé para el relato de misterio Don Nicanor el
Panadero o las Florecillas del jardín, el cual forma parte de la colección Ni
tan ficciones, de mi autoría. Podrás leer el avance del cuento AQUÍ,
y si te interesa leerlo completo mándame un correo a: info@ntficciones.com para enviártelo en
versión ebook.
Recomiendo leer antes el cuento, por el asunto del spoiler.
Sin más:
Esqueleto del cuento Don Nicanor el Panadero:
-Mujer escucha al panadero con el pan pasar pero nunca lo
alcanza. Hasta que una vez lo vio y le trató de detener, pero el sólo se detuvo
y le dijo que qué día era hoy.
-Luego se fue.
-Así otro par de veces. Pero ahora agregaba, yo vivía por
aquí.
-Una vez lo comentó con otro panadero estando presente una
vecina anciana, y esta la miró con extrañeza.
-Pasaron días, en los que dio en tener el sueño muy pesado.
Se levantaba por las madrugadas con la sensación de que alguien la veía por la
ventana.
-Hasta que en una ocasión se despertó y la vieja se estaba
metiendo, con un cuchillo en la mano. Ella gritó de miedo, y la vieja gritó a
su vez, levantando la mano para acuchillarla.
-Pero falló, ella corriío y tropezó, casi al salir, justo a
la puerta de salida. La viejecilla se puso encima de ella y estaba ya por
clavarle el cuchillo cuando se escuchó la canción del pan, un bolero. La
viejecita miró por la ventana y la fulmina un pánico, un ataque al corazón.
Peor vive
-Días después vio movimiento de peritos en casa de la
anciana y la visitó u detective. Le habló de la confesión de la anciana, en
donde mencionó su motivo para aseinarla, que pudiersa saber lo de su esposo.
-Luego sabría que la mujer había matado a su marido hace 30 años, con un cuchillo. Y había guardado el cuerpo en una maceta grande, donde tenía plantas.
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