Ya no desayuno en casa, ni enciendo cigarrillos después de cada comida. Casi siempre leo las noticias en el periódico de la taquería la Perla, de donde salgo informado y lleno, listo para comenzar la jornada, que casi siempre termina con los espasmos y los borborigmos. Ya mi cena no es tan abundante, pero sigo bebiendo café a las 22. Nunca me ha quitado el sueño.
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