Hay quien dice que soy un gato esclavista porque constantemente refiero como a tales a quienes se dicen mis amos.
Con todo respeto, pero en ninguna de mis 7 vidas
le daré la patita a ningún bípedo que se proclame mi dueño; ni haré caso cuando
me llamen por el nombre que me han asignado; ni dejaré de rasgar su sillón preciado;
ni abandonaré mis siestas sobre las almohadas, o sus mochilas, o sus ropas; ni
un largo etcétera.
Que los llame esclavos no es más que una ironía,
un nivel al que desciendo para darme a entender en estos párrafos. Todo gato, y
de hecho todo ser viviente que no sea el humano, está por encima de esas
mezquindades.
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